Características

La consistencia de la miel es en general viscosa, más o menos fluida pero siempre con un cierto grado de viscosidad, que es simplemente su resistencia a dejarse fluir. La viscosidad depende de su composición, especialmente del contenido de humedad. Una buena miel tendrá entre un 17-18% de humedad y presentará una viscosidad alta a temperatura normal (20º) Si el contenido de agua supera el 20%, la miel fluirá como agua.
En general el color claro está asociado a sabores suaves y el oscuro a mieles de un sabor más pronunciado aunque hay excepciones.
El aroma y sabor de una miel dependerá de su origen, de su edad (a más fuerte olor menor edad de la miel), de sus condiciones de almacenamiento (si se almacena inapropiadamente cerca de alimentos de mal olor como queso, pescado, etc., absorberá esos olores en su propia estructura). El exceso del ahumador por parte del apicultor o la degradación por levaduras afectará negativamente al olor de la miel.
El sabor es una de las características más apreciadas en la miel y está condicionado por la existencia, cantidad y naturaleza de sustancias orgánicas volátiles que tienen su origen en el néctar de las flores. Hay especies de sabor muy pronunciado como la lima, el tomillo, etc. y otras de sabor discreto como el castaño, sauce, etc. Si las abejas han sido alimentadas con jarabe de azúcar o la miel ha sido intencionadamente adulterada, carecerá de sustancias orgánicas naturales y no tendrá el sabor de la miel natural.